Las tropas perfectamente dispuestas para iniciar la batalla nos recuerdan la realidad humana, llena de conflictos y casi siempre a punto de estallar.
No obstante, la actitud descansada de las fichas de este colorido ajedrez nos inspiran cierta tranquilidad y nos invitan a colaborar como nos sea posible por alcanzar la paz mundial. Es cierto que no es posible convivir sin tener los ejércitos listos para atacar. Pero tampoco es menos cierto que el sólo hecho de mantenerlos en esta actitud sirve en múltiples ocasiones para evitar que el adversario se decida a iniciar la partida bélica.
Utilizando colores vivos, propios de nuestra región Caribe, se proyecta el movimiento de las figuras, cada una deambulando en forma estática entre los cuadros del tablero de juego, como elementos que llevan impresos un ritmo único, que logra identificarlas y diferenciarlas de las demás.
Esta obra nos ofrece un panorama realista de lo que puede ser un campo de batalla de cualquier selva colombiana o de cualquier región desértica en el Medio Oriente, en el cual dentro de cada bando los rangos desaparecen a la hora de enfrentar, con razón o sin ella, a los hermanos que se encuentras estacionados al otro lado igualmente expectantes y llenos de la misma desesperanza.